viernes, 4 de octubre de 2019


La rueda de su bicicleta

Un día normal, las risas volaban y el aire danzaba con las miradas lejanas... Miraba al cielo, era un día como otros, el día caía en el horizonte, mientras el ocaso le abrazaba y se despedía con la luz del sol. El pelo de ella era corto, al igual que el tiempo, el sentimiento, los momentos y el instante. Todo es tan rápido que no vemos que todo va y viene, sentía que la noche me abrazaba tan fuerte que asfixiaba mis pensamientos, que la música consolará un día de abundante cansancio, que todo se iría mientras nos arropamos en la cama con el consuelo de esperar ansiosos a un nuevo día; pero las noticias desgarradoras llegan en los momentos más inesperados... Odiaba los teléfonos solo por una llamada, odiaba el recuerdo solo porque lastimaba y odiaba desesperadamente el adiós que jamás podré decirte.
Miré la luna buscando un consuelo de aquella realidad tan horrible, mientras recordaba tu abrazo cálido, cuando me decías que la luna era hermosa, recordé tantas cosas que a la vez no eran nada; Él cielo sintió mi destrucción interna y lloró al ver tal dolor.
Corrí escapando de la pena que me quería ahogar, corría de aquella noticia que jamás podré aceptar, corría del tiempo que paro ante aquel espejismo, corría de mí mismo. El tiempo chocó contra mí al igual que la realidad de la vida corta que se va en un suspiro sin dejarme reaccionar, corría descalza intentando buscarte entremedio del recuerdo, volver a abrazarte y gritarte que te quiero, pero todo se acaba en aquel suspiro y jamás podré decirte tantas palabras o expresarte tantos sentimientos; decirte que te extraño y darte las gracias por apoyarme, nunca me despediré, pero los caminos se tienen que separar y es mi momento de aceptar que tienes que volar a otro lugar. Dejarme aquí para aceptar que los días se terminan, que el tiempo se aburre y la bicicleta se oxida, siento mi alma vacía al no poder hacer nada, las horas pasaron y nada consolaba mi cruda realidad.
Las caras de los familiares intentaban encontrar aquella sonrisa que se desvaneció tan rápido como aquel tiempo que se durmió junto a su mirada, la pena inundo mi corazón.
Y tal vez... solo tal vez podría retroceder un día, para volver a abrazarte más fuerte, ya que fui la última que te pudo sentir, mientras te gritaba que las cosas podrían ser mejor, que un abrazo y un te quiero amargo cambiarían algo... Y en el momento que iba a hacerlo, se va como las estaciones de año, como el día y la noche.
Aún siento como mi corazón logro parar el tiempo, como intenté correr pero no podía hacerlo, como te busque mientras me perdía en el intento, como tengo que decirte adiós y nunca poder hacerlo.

Saturno

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