Nací
para esto
Por Linterna
Me reuní con Dios, y le
pregunté lo que miles le han dicho antes que yo: ¿Por qué? Él me miró con ojos
compasivos, brotaron lágrimas de sus ojos, me miró y dijo: “tú sabes la
respuesta.”
Lo miré fijamente, sin
decir nada un largo tiempo. Luego dije:
“Mis manos sangraron,
mis huesos se quebraron y nunca me detuve, muchas veces me di cuenta que la
riqueza estaba en el no tener necesidades, no en el tener más cosas. Cada vez
que me caía miraba al cielo y me volvía a levantar, no sé si me dabas fuerzas,
o si estabas ahí. Al verte aquí, ya sé la respuesta.”
Me volví a quedar en
silencio.
Y luego dije:
“Pero no cambiaría nada,
sé que nací para eso, cada vez que me caí, cada pequeño momento de debilidad me
ayudó a darme cuenta de los minutos hermosos de mi vida. Tal vez eso es el porqué estamos acá...”
Cada persona que conocí
marcó algo en mí, en mayor o menor medida. Aun así, lo único que en verdad
puedo decir es... “Gracias”. No por ayudarme, sino por mostrarme que la vida es
de esa forma.
La vida, como todo, se hace
en contrastes, y eso me ayudó a buscar y encontrar mi lugar en el mundo.
Él no dijo nada, me miró
y con lágrimas corriendo por sus mejillas, al poco tiempo se acercó a mí, tocó
mi mano con cariño y delicadeza.
Naciste para esto,
porque tu así lo querías, no te detuviste hasta ser una leyenda. Tú querías
cambiar el mundo y lo hiciste, una persona a la vez como el resto de las
personas. Ahora ve y dile a los demás lo que sabes, grita a todos que aunque no
hablen el mismo idioma, no sean parecidos o no tengan la misma sangre, si
tienen el mismo nombre, ustedes son leyendas; no importa si son un bombero, un
estudiante, un comerciante o un doctor. Todos son imparables, son una fuerza
que temen, algo incontrolable, hay leones rugiendo en su interior que buscan
salir y conquistar todo.
Vayan y díganle esto a
los demás, porque este es un mensaje para todos los que son como nosotros,
prendamos fuego, hágannos llorar porque aunque no lo crean seguiremos vivos.