martes, 15 de octubre de 2019

Zodiaco

Por Harold Farías. 

Me pierdo en tu mirada y me preguntó ¿qué vivir?

Luego, me habló de mi signo. Habla... oh de mí. 

Ya son normales las crisis. 

La noche dictó géminis. 


El título es como el final de estos relatos o escritos... Espera, ¿cómo son?

Es increíble sentir tanto miedo de algo que con exactitud no nos puede lastimar... No nos puede ni tantear la piel... Sólo puede quizás tocar nuestras emociones...
Siento miedo constantemente de lo que se diga de mí... De lo que se piense de mí... De cometer un error... De perder un amigo... De perder a conocidos que se han vuelto fundamentales en el día a día...
No digo que sea una persona temerosa de la vida... Solo que... Puede lastimar que aquel conocido te mire con ojos de "estás haciendo todo mal"...
Me agrada escribir así como lo hago... Y es porque no se sabrá si le hablo a un "él", a un "ella", a un "ustedes" o un "usted"... No se sabe mi edad... Mi nombre... Se puede decir que soy una chica, pero eso podría cambiar...
Pero si se dan cuenta... También eso me da miedo... El misterio de Bare Neck!
No porque me avergüence de quien soy... O de que sepan que todo esto está en mi cabeza...
Si no, porque solo así podrás dar un juicio acorde al texto y no a mi persona... Alguien lo dijo cuando leyó mi texto y llegó a mis oídos...
Es lamentable que deba ser así, pero los prejuicios que traen nuestras historias no dejarían que las palabras sean apreciadas como deben ser...
Es inmenso el miedo que siento ahora mismo...
Estoy en el limbo... Creo estar en tierra... Creo tener los pies firmes... Pero me estoy equivocando tan a fondo…
Sigo en las nubes, sigo volando...
Estoy al tanto de todo lo que estoy viviendo... Pero eso no hace que sea más fácil cambiarlo o salir de ello... No, no, no...
Me impresiona como todo puede girar en torno a tal palabra de duración insignificante...
Tiempos efímeros y consecuencias infinitas...
El peso de tales cosas yacen en los hombros de quien escribe... Con lágrimas en el corazón, grietas en la mente y con los ojos en piedra...
Sinceramente no quiero amargar el café en tales mesas... No quiero que el té se vuelva frío... Ni que el paisaje se vuelva feo...
Solo necesito sacar esto...
El primer paso es escribir, el segundo que lo lean... El tercero, ser constante y el cuarto, concretar este acto de valentía...
¡Qué no se tema por mí!... ¡Qué estoy perfectamente a salvo!
¡Por ahora y por mucho tiempo más!


Por Bare Neck

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Muerte

Estaba en el camino, como siempre ha estado, esperando que lleguen todas las personas. Una a una se acercan a ella y le hacen una pregunta, cada una hace una distinta, pues así es como debe de ser, pues ella es la reina de los sueños, de lo terrenal, cada cosa que tiene algo vivo pasa por ella.
Pero llega un minuto en el que se queda sola, el camino esta vacío. Entonces ella sabe bien lo que debe de hacer, mira a su lado, y de pronto ve un pequeño riachuelo – solía ser un lugar hermoso lleno de vida, pero poco a poco la polución lo perdió, así es como pasa con todo- luego se fija en el otro lado del camino y de la nada aparece una pequeña sombra, que poco a poco adquiere forma, hasta volverse un hombre delgado de piel blanca y pelo canoso, aunque a su vez de tez suave, rasgos finos. Estaba lejos de ser mayor.
- Hermana, hay pocas cosas en el mundo que me traen hasta tu reino, pero jamás he visto duda alguna en ti.
- Hermano, me tuve que detener un segundo y pensar. Una persona, al hablar conmigo como todos hacen, me preguntó algo que no sabía cómo responder.
- Hermana, ¿cómo una pregunta pudo afectarte tanto?
Se detuvo un momento en seco y se colocó al lado opuesto del camino.
– Tú deberías saber más que yo hermano, que las palabras son el arma más fuerte que posee el humano. No es sino el pensamiento hecho acción, la forma de colocar una idea en otra persona, que más sino eso es mi labor.
Poco a poco, del camino comenzaron a brotar pequeñas flores y pasto, que con cada segundo crecía aún más, puesto que así es la vida, se abre paso en todo, aun cuando parezca imposible y eso es lo más bello que puede suceder, cada pequeña cosa ve y siente de forma distinta. Qué es la vida sino un conjunto de sensaciones distintas, algunas malas, otras buenas, a veces de ambos tipos, porque por más que le busquemos sentido a la vida, no la tiene, puede que seamos solo un accidente cósmico, solo un conjunto de muchas coincidencias, pero eso la hace especial, puesto que una vez que existe algo vivo, su razón de existir es preservar la vida.
Muerte lo sabía bien, pues su labor era esa, ella no estaba viva, pero tampoco muerta, su mundo se encontraba en el medio, al igual que su hermano, pues cuando todo acabara, ambos, lado a lado, apagarían la luz del universo y cerrarían la puerta para nunca abrirla. Esa era su labor.
Vida, miró a su hermana:
– Trae al ser humano que te hizo la pregunta, que me la diga a mí.
Ella, con un pequeño aleteo de sus alas lo trajo. El sonido de la muerte era ese, un pequeño aleteo de alas, algo potente pero esperanzador, al mismo tiempo que inexistente. Caminó desde el camino una mujer, no muy mayor de unos 20 años. En sus brazos se podían ver las marcas de inyecciones. La Muerte le hizo una seña y ella se dirigió a Vida, pero se dio la vuelta mirando fijamente a Muerte.
– La pregunta era para ti.
Ella no dijo nada, solo se acercó a ella y las plantas de debajo se comenzaron a elevar aún más como si su paso llenara de fuerza lo que ahí existía y la mujer dijo:
– ¿Valió la pena?
Se quedó inmóvil un minuto y luego dijo:
– Todas las cosas vivas valen la pena, si no el mundo no encontraría un sentido. ¿Cómo sabríamos que no hay nada si nunca lo ha existido?
La mujer, cayendo una pequeña lágrima por su mejilla, no por la respuesta, sino porque la voz de muerte era tan calmada, daba la sensación de dar esperanza y compasión a todo lo que le hablase.
– No me refería a mí.
Ella miró a su hermano y luego a ella:
- No lo sé, no lo sabré hasta que mi labor esté completa, pero yo, así como tú, existimos por igual.
La mujer siguió su camino y de a poco las flores y el pasto comenzaron a irse con ella o tal vez el camino entero la siguió. Muerte con Vida se quedaron viéndose y ambos se alejaron hasta dejar a Muerte en el camino, sola, porque ninguno de los dos sabía la respuesta, pero tampoco debían de saberlo, puesto que la vida solo descubre su propósito en el minuto de la muerte, una paradoja de la cual ambos eran parte.
Linterna

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Adolescencia

La adolescencia. Una etapa de la vida donde las emociones son increíblemente fuertes.
Se ama, se odia, se desea, se sufre, se llora, se quiere y también se aprende.
Con el tiempo, luego de pasar por muchas cosas, se aprende de los errores. Muchas veces se piensa que es imposible, que jamás aprenderás, sin embargo, lo logras porque te das cuenta del daño que ocasionan en ti esas situaciones.
Cada semana es importante; los meses son increíblemente ricos en aprendizaje. Aún más, cada año se vuelve significativo a esta edad. Nos marcan la vida.
En mi adolescencia conocí una chica. Hermosa y deslumbrante como ninguna, una dama digna de admirar. Podría haber pasado horas imaginando su belleza inminente y en ningún momento habría dejado de sonreír. Siempre que llegaba a mi lado no podía sacarme la sonrisa del rostro. Me hacía tan feliz cuando me buscaba solo para estar en compañía con ella. De verdad que me hacía feliz...
Sin mi consentimiento, me gustó más de lo que yo le gustaba a ella. No podía quitarme su figura de mi cabeza. La pensaba día y noche, a pesar de que me lo prohibía hacerlo.
Busqué amor donde solo logré encontrar deleite y pasión.
Nunca fue lo que quería, pero no me arrepiento. Tomé aquella situación como experiencia para mi adultez.
Decidí seguir experimentando con dicha diosa, solo para satisfacer mis más profundos deseos de su carne.
Gracias a ella se refuerzan los pensamientos de que solo me buscan por lo que tengo y no por lo que soy.
Sé que lograré encontrar lo que busco. Amor, comprensión y ternura. No obstante es triste saber que en esto se ha convertido la adolescencia, solo se busca regocijo y complacencia, ya ni existe el romance. Se convirtió en un circo de lujuria.
Lonely_Mind._

viernes, 4 de octubre de 2019


La rueda de su bicicleta

Un día normal, las risas volaban y el aire danzaba con las miradas lejanas... Miraba al cielo, era un día como otros, el día caía en el horizonte, mientras el ocaso le abrazaba y se despedía con la luz del sol. El pelo de ella era corto, al igual que el tiempo, el sentimiento, los momentos y el instante. Todo es tan rápido que no vemos que todo va y viene, sentía que la noche me abrazaba tan fuerte que asfixiaba mis pensamientos, que la música consolará un día de abundante cansancio, que todo se iría mientras nos arropamos en la cama con el consuelo de esperar ansiosos a un nuevo día; pero las noticias desgarradoras llegan en los momentos más inesperados... Odiaba los teléfonos solo por una llamada, odiaba el recuerdo solo porque lastimaba y odiaba desesperadamente el adiós que jamás podré decirte.
Miré la luna buscando un consuelo de aquella realidad tan horrible, mientras recordaba tu abrazo cálido, cuando me decías que la luna era hermosa, recordé tantas cosas que a la vez no eran nada; Él cielo sintió mi destrucción interna y lloró al ver tal dolor.
Corrí escapando de la pena que me quería ahogar, corría de aquella noticia que jamás podré aceptar, corría del tiempo que paro ante aquel espejismo, corría de mí mismo. El tiempo chocó contra mí al igual que la realidad de la vida corta que se va en un suspiro sin dejarme reaccionar, corría descalza intentando buscarte entremedio del recuerdo, volver a abrazarte y gritarte que te quiero, pero todo se acaba en aquel suspiro y jamás podré decirte tantas palabras o expresarte tantos sentimientos; decirte que te extraño y darte las gracias por apoyarme, nunca me despediré, pero los caminos se tienen que separar y es mi momento de aceptar que tienes que volar a otro lugar. Dejarme aquí para aceptar que los días se terminan, que el tiempo se aburre y la bicicleta se oxida, siento mi alma vacía al no poder hacer nada, las horas pasaron y nada consolaba mi cruda realidad.
Las caras de los familiares intentaban encontrar aquella sonrisa que se desvaneció tan rápido como aquel tiempo que se durmió junto a su mirada, la pena inundo mi corazón.
Y tal vez... solo tal vez podría retroceder un día, para volver a abrazarte más fuerte, ya que fui la última que te pudo sentir, mientras te gritaba que las cosas podrían ser mejor, que un abrazo y un te quiero amargo cambiarían algo... Y en el momento que iba a hacerlo, se va como las estaciones de año, como el día y la noche.
Aún siento como mi corazón logro parar el tiempo, como intenté correr pero no podía hacerlo, como te busque mientras me perdía en el intento, como tengo que decirte adiós y nunca poder hacerlo.

Saturno

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El espantapájaros

Era una mañana lluviosa de agosto, en la cual recibí un amargo llamado de la policía que me informaba de que se encontró el cuerpo irreconocible de mi padre, fue encontrado en la granja donde había vivido toda su vida, producto quizás de un accidente doméstico. Al escuchar esa noticia rompí en llanto, debido a que le tenía mucho aprecio a mi padre, aun sabiendo que la última vez que compartí con él tuvimos una discusión, que hizo que nos distanciáramos.
Era la segunda semana de enero y la granja quedaba a mi disposición por ser su único heredero; yo tenía una esposa llamada Yanis y un pequeño hijo llamado Codi.
La vida en la ciudad se había tornado un poco dura con Yanis, así que decidimos pasar un tiempo en la granja para alejarnos de todo ese caos diario.
A mi esposa le agradaba pasar tiempo en el lugar, ya que encontraba que era un sitio muy cálido y a Codi le beneficiaba, ya que padecía de asma y el aire limpio le refrescaba los pulmones. Codi estaba ansioso por tener nuevos amigos y nuevas aventuras en la granja; ésta poseía un gran terreno, en la entrada había un gran maizal que se expandía por más de 100 metros. Al fondo se encontraba una linda cabaña de madera con un porsh pequeño, donde a su lado había una vieja silla mecedora, donde mi padre se ubicaba. Junto a la cabaña había un viejo granero bastante maltratado, al que le faltaba pintura: estaba deplorable. Yanis me avisa de que algo sobresalía en el maizal y fui a investigar: en el centro, había un espacio vacío de tierra y allí descansaba un espantapájaro. El muñeco era muy original, tenía extremidades de madera, tenía encima unos viejos trapos y un sombrero de paja sobre su cabeza. A diferencia de otros, su cara no estaba en blanco, de ella salían 2 ojos de botones negros y una boca. No estaba triste ni tampoco feliz, y de su cuello colgaba un cartel con la palabra diji. Recordaba a ese espantapájaros. Le temía porque era tan aterrador, ya que no solo espanta a los cuervos, sino también a los niños. Lo dejé en el lugar para no deshacerme de él. Las primeras semanas todo iba bien, Codi estaba un poco aburrido y sus paseos en bicicleta no lo llevaban a ningún lado. Interesante, los muñecos no le llamaban la atención y sus amigos estaban a cientos de kilómetros y en esa zona no conocía a ningún niño como para ir a jugar. Pero todo cambió cuando conoció a diji. Codi se pasaba todo el día en el maizal, según él nos contaba. Al principio pensé que era normal, ya que no tenía como pasar el rato, pero después se me hacía raro, ya que no quería ir a ver a sus amigos un rato.
Quería quedarse con diji.
Al poco tiempo, encontré heridas y rasguños en sus pequeños brazos y decía que se las ocasionó diji accidentalmente cuando jugaban a las atrapadas, a lo que no le creí y le prohibí que juegue con él, pero Codi se negó y empezó a llorar. Yanis, preocupada por la situación, asustada de que sea un problema mental, decidió llevarlo con un profesional. Las cosas empezaron a cambiar muy rápido, las cosas iban empeorando, mi esposa estaba cada vez más exhausta, por lo complicado de mantener una granja -y más encima a diario- y Codi no quería salir, se la pasaba encerrado sin hacer nada y eso me empezó a preocupar. Para la guinda del pastel, en la puerta de la casa aparecían animales pequeños degollados, pero al pasar el tiempo, fueron aumentado de tamaño y pensé: ¿será un lobo mata perros? Pero un día me levanté y fui a la puerta y quedé horrorizado al ver un caballo degollado frente a mi puerta. Desesperado fui a la policía. Esto se trata de algún loco que está tratando de asustarnos, lo que se puso en marcha una patrulla e hizo peritaje por todo el lugar sin encontrar nada.
Un día, unos ruidos fuertes me despertaron a las 3 de la mañana. Era en la puerta principal de la casa. Bajé a ver y vi que la puerta estaba entreabierta. Salí de la casa y me percaté que había una luz que se dirigía hacia el maizal. Me adentré con un palo grueso y una pistola, pero -para mi sorpresa-, era Codi quien estaba junto a diji que estaba tirado en el piso. Lo regañé por estar a altas horas de la noche en el maizal, habiendo un lunático acechando por la zona, pero Codi me dijo que diji lo había llamado a la ventana. Cansado de esa situación mandé a Codi a su habitación, y mientras yo acomodaba el espantapájaros en su lugar, sentí que algo andaba mal: era demasiado pesado para un niño como Codi, como para sacarlo de su  base y arrastrarlo al menos un metro.
En la mañana siguiente, Yanis encontró a un conejo con la cabeza brutalmente arrancada  con un muñeco de Codi,  y ella me dijo que posiblemente haya sido él, pero se defendió echándole  la culpa a diji de nuevo. Yo, cansado de ese nombre, fui al maizal a destruir al espantapájaro, pero un frío me paralizó y recorrió todo mi cuerpo. Diji estaba de pie mirándome fijamente, y en ese momento lo recordé todo: esos recuerdos bloqueados en mi memoria  donde diji me golpeaba y amenazaba de muerte si me alejaba de él, el largo terror de todas las noches al ver a diji en la ventana con su macabra risa sobre el maizal. No pude creerlo. Hui de ese lugar. Diji no me siguió, al parecer dejó que me fuera. Sin nada que aclarar, empaqué mis cosas y la de mi familia, pero al terminar, anocheció, y pensé que, con el pánico en la noche en la carretera, podría ser peligroso. Esta será la última noche en la cabaña y en la mañana saldremos abandonando el lugar. Una luz me despertó viniendo de la ventana, el granero se estaba incendiando y era demasiado para que yo solo lo apagara. Intenté llamar a emergencias y no pude. Estaba sentado al lado del porsh en la silla mecedora, cuando apareció diji sosteniendo una guadaña en la mano derecha, viendo como todo ardía en llamas, mirándome fijamente... 
El informe policial indicó que pasaron 10 días en el mes de septiembre del año 1987. El reloj indica las 11:39 horas. Según vecinos, una granja cercana tuvo un incendio entre las 3 y 4 de la mañana, se hizo un peritaje, viendo que en el fuego se extendían 2 cuerpos calcinados que fueron encontrados en la ruinas de la casa. Al parecer, el fuego comenzó en el granero y se extendió hasta la casa y no dio tiempo de salir a los ocupantes. Los peritos niegan que fuera un accidente, ya que se encontró un tercer cuerpo cerca de las ruinas de la casa, un cuerpo de un hombre degollado con un corte perfecto, una guadaña oxidada a unos pasos del mismo. También se encontraron unas huellas que se pierden dentro del maizal, dentro solo se encuentra un espantapájaros, bastante peculiar, con unos trapos además de un sombrero de paja y una linda sonrisa dibujada en su rostro.
IKIS
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Siempre estaré para ti...
Cuando me necesites aquí estoy...
Nadie ni nada nos va a separar...
Joder sjsjdj
Qué lío no?
Solo quiero decir que he amado y me he entregado todo lo que ha podido mi corazón... Pero no me siento feliz...
Sí me quiero... O eso intento cada día!
Pero, porque me siento tan inútil para el amor...? Porque me siento una fracasada en temas de sentimientos universales...?
Porque siento que mi corazón no funciona…?
Empiezo a creer lo que algunos dicen de mí…
Comienzo a sentir que mi corazón es de hielo... Y que mi mente está vacía... O más bien podrida...
Espero salvarme algún día...
Más bien espero que alguien me salve... Que alguien sea lo valiente que yo no he sido... Y se atreva de verdad, sin pudor... Sin falsas palabras... Y que se lance a la piscina de mi ser... De mi interior...  De mi mente retorcida y podrida...
Le diré algo a esa persona... Piénsalo bien antes de tirarte... Porque siendo bien sincera... No volverás a salir... Ni saliendo de mi vida...
Aún en tus sueños más bellos estaré...  Atormentando o haciendo que sonrías... No lo sé. Más bien creo en la primera... Porque es eso lo que me han dicho...
Porque sinceramente no creo en lo otro...
Sé que digo tener mi autoestima alta... Y es así... Pero no en esto...
No... En esto soy un asco... Casi una mierda... Pero no, cierto…? Porque me han dicho que eso no lo soy...
Pues bien... Entonces casi...
Llámame pesimista o como quieras...
Pero así me siento hoy...
Así estoy aquí y ahora. 
Y la verdad es que así estoy cada día…
En el fondo de mis pensamientos y de mi sentir... 
Así estoy cada mísero segundo...
Solo que tú no lo sabes,
porque, dime, ¿te va a importar?
O más bien, ¿qué puedes hacer?
O mejor aún... ¿Qué te dejaré hacer...?
O ya sé... Qué quiero que hagas…?
Ahí está... Esa era... Qué es lo que quiero que hagas...
Porque manipulo a las personas... 
Manipulo sus mentes y ni cuenta se dan...
No ven cómo juego con sus pensamientos...
Así soy. Una maldita ***** que juega con cada persona.
Dime lo contrario. Y verás cómo me vale una mierda.
Enséñame lo contrario y verás que no entenderé.
Demuéstrame lo contrario y te darás cuenta de que no habrá forma de hacerlo... 
No con esto. No con el amor.
Porque te vuelvo a decir…
Soy una fracasada en el amor,
No sirvo para amar...
Y no sirvo para que me amen...
Por Bare neck

miércoles, 2 de octubre de 2019

Epitafios sin destino

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Por Ramírez:

Barrieron la basura para esconderla bajo el tapete,
sin saber que la sangre algún día
liberaría su hedor,
un olor a muerte,
un olor a espanto,
que golpea desde abajo,
que aún grita,
que aún se lamenta,
que aún llora...
y que sigue sangrando.

Que sigue sangrando cada vez que lo olvidamos,
que chorrea cada vez que la luma toca al pueblo,
que seguirá latiendo hasta que el mazo caiga sobre sus cabezas. 
Solo así, ese corazón descansará.
Solo así, nuestra bandera no se va a desangrar. 

Esa basura bajo la alfombra,
que obstruye las arterias de una generación entera,
que tiene a los cuerpos desfalleciendo en la memoria,
que paraliza toda extremidad que se alza hacía el sol. 

Basta de que las poblaciones aúllen en las noches,
rodeados de espejismos de charcos rojos,
donde la luna cabizbaja recuerda todo lo que vio,
y se lamenta chillando
¿Donde están?

Tantas almas inconclusas,
tantas lápidas ocultas, 
tantos epitafios sin destino. ¿Cuantos gritos quedaron amordazados para siempre?

Puntos desconectados

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Por Ramírez.

Una estaca atravesada en el corazón,
que ladra los latidos atronadores.
Un corsé cubierto de espinas ponzoñosas.
Una canción melancólica en el interior,
que marchita la vida, que hace desfallecer a las mariposas.
Los pulmones que se aferran a la vida,
agonizan como extremidades amputadas.
Una roca que obstruye la garganta,
que calla el canto,
que asfixia toda voz.
Sangre que distribuye el espanto.
Un cuerpo damnificado,
el epicentro de la catástrofe.
Los pájaros aullantes
a la luna desvelada.
La desesperación de las estrellas
que gritan despavoridas.
Los volcanes que revientan de angustia,
dejan correr su coagulada sangre,
con la lluvia hirviente que se deja caer como lágrimas,
que fueron condensadas de lágrimas humanas.
Las dimensiones están en guerra,
el tiempo está en huelga.
Todo se estremece, 
todo quiere partir,
todo quiere esfumarse, 
convertirse en polvo,
deseando nunca haber existido.
Es hora de renunciar a todo,
a las arenas movedizas,
a la estancada niebla omnipresente,
al incrédulo y absurdo optimismo,
al agua helada circundante,
a los llantos sigilosos,
a la obturación de la carne viva,
a las velas derretidas de los sueños.
Pero el reducido público sigue ahí,
enojados,
otros expectantes,
otros distraídos con algo más interesante,
mirando desde otro universo más claro,
más vivo, más etéreo.
Debería continuar la función,
pero tal vez sea hora de bajar el telón
y marcharse bien lejos.
Sería un buen final si lo dejamos hasta aquí.
Los puntos no conectan acá,
tal vez allá tampoco,
pero ya no importará, 
nada lo hará.

 Gritos a ciegas Padre me dejaste solo en la orilla chapoteando en las frías aguas  donde murió ahogado Narciso. Padre me diste un alma     ...