martes, 10 de septiembre de 2019


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Vida

El rey de todas las Historias, Vida, se sentó en su trono, y en la inmensidad de su reino llamó a un sirviente:
–Dime mi amigo, ¿por qué es que me siento de esta forma?
Él lo observo y respondió:
–Su alteza, ¿no entiendo a qué se refiere?
Muy apenado, Vida lo miró y en sus ojos pudo ver lo que él esperaba del futuro. Él escribía por las noches en un rincón y al hacerse de día, quemaba lo que escribía porque eran historias que nunca ocurrirían, ni se contarían. No era su labor, pero tampoco la de ningún otro.
El rey se levantó de su trono:
–Me iré de viaje, te dejaré a cargo de definir los sueños de lo vivo.
Al llegar al mundo de los humanos se fijó en una alegre mujer, ella se movía y caminaba disfrutando de ese simple acto. Ella amaba la vida. Le recordó a su hermana. Muchos la conocen como la muerte, no porque eso sea lo que ella busque, sino porque es su labor, porque la vida solo tiene sentido cuando uno muere, si no, no tomaríamos el peso a la vida, porque nuestras historias se forman de contrastes. ¿Cómo sabes que estás bien, si nunca has estado mal?, ¿cómo sabes que estuviste vivo, si no has muerto?
Vida siguió caminando y se fijó en un pequeño bebé acostado en el suelo. Su piel era negra, su madre al lado, un piso de tierra muy seco, que cada vez que se movía un poco, se levantaba una pequeña nube de polvo. El pequeño estaba dormido. Miró su sueño y se veía a él mismo, solo que en un pequeño pozo con un poco de agua, no mucha, solo la suficiente para que él y su madre pudieran beber. Al salir de su sueño, se fijó que el niño estaba muerto, su piel estaba pegada a sus huesos, desnutrido. La madre -al lado- murió a los pocos minutos, solo que su aspecto era aún peor.
La hermana de Vida, Muerte, llegó y sacó al bebé y su madre.
-No se asusten, ya saben que es lo que ocurrió, ahora irán a un lugar donde estoy segura hay mucha agua y comida.
Y con el sonido del batir de unas alas, desaparecieron, solo dejando sus cuerpos.
-Has estado descuidando tus tareas, hermano.
Vida, sorprendido, la miró directo a los ojos y dijo:
–Es que yo no lo entiendo.
Muerte se tomó unos segundos para pensar y respondió:
–Nadie sabe el porqué, muchas cosas pasan porque sí, asesinos nacen sin razón y personas que se dedican a ayudar a los demás nacen con la misma facilidad.
Vida se retiró al igual que su hermana, volvió a su reino, se sentó en su trono y dejó caer una lágrima.
Linterna

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