Fueron sus ojos, eso lo cambió todo. Vi en ellos una promesa rota, noté su valor y todo eso que yo no tengo. Son hijos, nietos, sobrinos, primos y tíos de generaciones que siempre agacharon la cabeza, que vivían del miedo, que callan, que sólo vagan en su existencia.
Es difícil para mi esta posición.Quiero un Chile mejor, quiero un futuro digno para cada uno de los porotitos que conozco, quiero que sean libres de deudas por estudiar, quiero que puedan acceder a una vivienda digna, a una buena alimentación, a tantas cosas. Pero tengo la responsabilidad susurrando en mi oído.
Me gusta verlos conscientes, me alegra tanto que estén despiertos, pero no puedo quedarme en eso.
Con violencia llegamos a un espacio de voto por la nueva constitución y lo agradezco, estoy muy agradecida de su valor, pero no podemos seguir sólo en la violencia, necesitamos aliados y muchos.
¿Qué estamos generando? Que todos esos adultos que nos apoyaban al principio hoy se arrepientan y digan que van a Rechazar, porque están chatos de la violencia. La quema y la destrucción nos quita aliados en este momento crucial de voto ciudadano.
No digo que debe cesar, pero si debemos ser conscientes y precursores de formar a los ciudadanos, nuestros padres, compañeros y/o estudiantes en la importancia de votar apruebo, esa debe ser la prioridad. Dejemos la farándula de un movimiento que nos dio la posibilidad de cambiarlo todo. El fuego, la sangre y los gritos venden y la tele lo sabe bien.
Sí, posiblemente no los deje salir nunca del colegio a dar cara a la Yuta, porque sé que es peligroso y prefiero que me llenen de palos a mi que a ustedes, prefiero que los perdigones me lleguen a mi y no a ustedes, porque los necesitamos en el nuevo Chile, a su estado de consciencia y a su valentía.
Soy la carne de cañón para esta lucha que necesita avanzar al diálogo y las propuestas. Hoy soy la Yuta que juro destruir día a día, porque prefiero ser yo la que cae en la calle, que perder al prometedor futuro de Chile.
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