Entropía
El
señor de todas las historias y la dama de todos los recuerdos se juntaron una
vez más como lo hacían desde el principio de los tiempos. Vida y Muerte se
juntaron para poder ver a su madre, la versión de un mundo primigenio, un caos
y desesperación que estará hasta el final, la misma entropía, mujer y hombre a
la vez, un deseo y anhelo en las personas, una delicia en sus mentes, una
delicia y un delirio a la vez, porque ella era la dama de todos, el único ser
que conoce cada parte de la historia, porque ella lo es todo y nada a la vez.
La
dama se ve como siempre se ve, una mujer alta de tez blanca, vestido blanco que
cada vez que se vuelve a mirar se ve de forma distinta, sus ojos de un azul
profundo, en donde si miras te hará ver tu mayor deseo y jamás dejarás de
mirarlo, con una corona de plata con pequeñas colgantes que cuelgan de su
cabeza sin pelo.
Cuando
Vida y Muerte se acercan a su madre, ella los mira y dice esbozando una sonrisa:
–
mis niños sus labores continúan, pero
noto en ustedes algo más que solo la duda.
Vida
y Muerte se miran el uno al otro, y él se atreve a hablar:
–
Hemos visto lo mejor del hombre y lo peor, pero aun así aun no encontramos una
razón de nuestra intervención.
Y
su madre enojada se levanta de su puesto, flotando en ningún lado, con un fondo
de ningún color:
–
Eres la vida, qué más da si tienes o no una razón, eres un hecho, una palabra,
un concepto.
Vida
miró a su hermana y ésta dijo a su madre:
–
aun así, los seres que existen ellos nos necesitan, necesitan una labor que no
sabemos su sentido, si no intervenimos tal vez ellos serían más libres.
Con
un fuerte grito que remeció el cielo de ningún lugar y movió el suelo de ningún
sitio:
–
Yo soy la creación misma, todo soy yo y nada, todos me sirven, aunque todos se
destruyen, pues mi labor es la del caos, yo soy la entropía misma. Lárguense de
aquí mis hijos, aún son jóvenes y si no descubren el objetivo de su labor entonces
no merecen tener tal carga.
Al
salir de ningún sitio y a punto de ir a sus dominios, el palacio de los sueños
y el camino del limbo, una voz los detuvo. Al darse la vuelta vieron al
sirviente de su madre, se hacía llamar el Marqués de su vida, un hombre de pelo
largo, ojos claros, piel morena y con un traje de gala. Al verlo recuerdan que
él siempre dice que es el único ser humano que tiene su futuro separado de
ellos y su madre, una afirmación que siempre les pareció arrogante, pero que
ahora no importaba para ellos.
Él
los miro, se acercó y a cada uno acercó su rostro contra el de ellos, para
mirar directamente a sus ojos:
–
Nó deberían de hacer tales cosas como dudar, las respuestas llegan solas. Para
mi solo hay tres cosas que de verdad son importantes, el amor, el tiempo y el
cambio. Saben, una vez engañé a una persona para que creyera que conversara con
Dios, tal vez lo mismo pase con ustedes. Sonrió de forma burlona y se alejó
hacia ninguna parte con su Dama Entropía.
Vida
y Muerte fueron cada uno a sus reinos a pensar en sus palabras. Poco les
servían palabras que no podían comprender, porque el ser humano debería de
creer en esas tres cosas, incluso más que para ellos. El amor, el cambio y el
tiempo lo tenían presente todo el tiempo, mucho más que él y su hermana, él
tenía una charla con las personas al nacer y su hermana al morir, aunque casi
nadie recuerda esa conversación, porque sus razones de vivir cambian, tal vez
ellos cambian al amor por temor al tiempo, eso los hace vivir apasionadamente y
que por más cosas horribles que pasen ellos siguen en pie.
Linterna
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